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20 años de 'Seven, los siete pecados capitales': 7 finales sorpresa para la historia

'Seven, los siete pecados capitales' cumple 20 años y no ha envejecido ni un poquito. Celebramos su vigésimo aniversario analizando otras películas que comparten final sorpresa con la obra maestra de Fincher.

Por Alberto Frutos Díaz Más 22 de Septiembre 2015 | 14:12
Redactor especializado en cine y música. Ver, leer, escuchar y escribir.

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Y cuando menos te lo esperas, boom. El cine esconde multitud de placeres pero, sin duda, uno de los mejores es su capacidad de sorprenderte. Si una película consigue agarrarte del cuello, sumergirte en su historia, hacer que te enamores de sus personajes, que sigas la trama de manera entregada y que plantees mil y una situaciones posibles para su desenlace, ha conseguido una recompensa importantísima. Ahora bien, si a esto le sumamos un giro final que te explote dentro de la cabeza, que te pille completamente desprevenido, que otorgue otra dimensión a la obra y que te deje clavado en la butaca mientras se suceden los títulos de crédito, entonces el triunfo es absoluto. Y el thriller lleva la batuta en este campo. Sus puntos de partida permiten el juego total con el espectador, el despiste, el truco de magia que nos deja con la mandíbula desencajada. Aprovechando el 20 cumpleaños de uno de sus ejemplos más representativos, 'Seven, los siete pecados capitales', enumeramos algunos de esos finales inesperados que nos han conquistado en los últimos años. Sobra decir que, evidentemente, estamos ante un artículo repleto de SPOILERS. Aviso dado.

1 'Seven': La mirada de Pitt

20 años de 'Seven, los siete pecados capitales': 7 finales sorpresa para la historia

Si nos sumergimos de lleno en los mejores trabajos dentro del género, destaca por importancia generacional, por reinvención de códigos y, por encima de todo, por influencia directa en el 90 por ciento de estrenos similares desde su aparición, 'Seven', la obra maestra de David Fincher. Tras su correcta incursión en la saga 'Alien', en la que fue responsable de su tercera entrega, llegaba a la primera división de Hollywood dando un golpe de mesa. Contaba con dos estrellas protagonistas, Brad Pitt y Morgan Freeman, un secundario de prestigio, Kevin Spacey, un (semi)descubrimiento en forma de rostro angelical, Gwyneth Paltrow, y, lo más importante, un guión de Andrew Kevin Walker que le permitía dar forma a un thriller enfermizo, de atmósfera angustiosa, de fotografía excelsa y de ritmo endiablado. Todo funcionaba a la perfección en una película que daba un lavado de cara total al género, convertido en una lección de estilo visual, pero también de narrativa ejemplar. El ya mencionado reparto entregaba todo su carisma en un relato repleto de inteligencia, violencia, terror y provocación que atrapaba a un espectador dividido entre la repulsión y la hipnosis. El suspense fluía como la omnipresente lluvia que caía a lo largo de la gran pantalla y los nervios iban aumentando hasta desembocar en un giro final cuyo dramatismo terminaba por detonar los sentidos. En ese instante, todos compartimos la mirada de Pitt, su sufrimiento, sus gritos, sus lágrimas. ¿Su decisión? Ese es otro tema. Uno que, aún hoy, genera mil y un debates de los que solamente se saca una conclusión común, la de estar ante un clásico del cine contemporáneo.

2 'Buried': Aguantando la respiración

20 años de 'Seven, los siete pecados capitales': 7 finales sorpresa para la historia

Hay historias, que demuestran que los prejuicios, los argumentos expuestos con prisas y sin pausas, solamente existen para ser derribados. Hay películas que, en principio, solamente pueden o ser geniales o ser un absoluto desastre, sin encontrar el ansiado punto medio que te aleja de la gloria, si, pero también del precipicio. Un hombre en una caja, un mechero, un móvil con tres rayas de batería y un bolígrafo. 100 minutos. Con esos instrumentos, que suponen el conjunto de protagonistas visuales y temporales de 'Buried', todo parecía abocado al suicidio artístico, al riesgo tomado sin conciencia ni control. Pero, a veces, en la inconsciencia es donde encontramos la genialidad. Y ahí es donde aparece el director Rodrigo Cortés. Si el guion de Chris Sparling es la cabeza de 'Buried' y Ryan Reynolds su corazón, él es el alma de una historia. El cineasta español ofrece una auténtica lección de cine en cada una de sus decisiones visuales, convirtiendo en acierto todo lo que, sobre el papel, parecía, mínimo, imposible y creando un clima de tensión que se complementa, a la perfección, con la naturaleza claustrofóbica de la propuesta. Cuesta respirar, notas el dolor en los músculos, entiendes a la perfección el drama que está viviendo su protagonista y, por eso, cuando se acerca el final, la butaca se convierte en un lugar demasiado cómodo. Rasgas esa caja de madera, aguantas la respiración, rezas para que todo salga bien. Y sucede el drama. La arena cae sobre el rostro de Reynolds de la manera más cruel e inesperada, dejando la pantalla en un negro insoportable sobre el que una voz termina de redondear la tragedia. Y abandonas 'Buried' sabiendo que, más allá de ser una película extraordinaria, supone una experiencia física y psicológica apasionante.

3 'La niebla': El eco del horror

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La desolación es otra de las posibles sensaciones que pueden esconder los finales sorpresa. 'La niebla', adaptación de la novela de Stephen King llevada a cabo por, qué sorpresa, Frank Darabont, es uno de sus mejores ejemplos. Ignorada en su estreno, infravalorada desde entonces y prácticamente olvidada en la actualidad, estamos ante una historia que, más allá de su aspecto de película de misterio con monstruos, se descubre como una reflexión profunda y delicada sobre la familia, el miedo, el valor en situaciones de desesperación absoluta y la religión. No es poca cosa. Una niebla llega hasta un solitario pueblo de Maine para descubrir el verdadero rostro de unos vecinos que deben aprender a vivir entre ellos, soportar el paso del tiempo y de las circunstancias. Atmósfera asfixiante, ritmo pausado pero seguro y un control absoluto sobre una historia que se reserva para sus últimos minutos uno de los desenlaces más brutales de los últimos años. Una escena rodada con suma elegancia, con pulso de hierro. Un punto y final valiente en su visión del horror, contundente en no ceder ni un atisbo de piedad ante su protagonista, terrible en su fondo y brillante en su forma. La guinda de un pastel de culto que, con el paso del tiempo, sigue escondida como una mina de oro por descubrir.

4 'El protegido': Giros que importan

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Hablar de giros finales, de sorpresas en el tiempo de descuento, y no mencionar a M. Night Shyamalan, sería una incoherencia. Director que nos proporciona, incluso, la opción de elegir entre varias opciones dentro de su carrera, hizo del final sorpresa una marca personal que, con el tiempo, se ha convertido más en lastre que en virtud. Cuando uno se sienta a ver una película con su firma, porque hablamos de un autor en toda regla, siempre anda alerta por si alguna pista se ha quedado por el camino, por si hay pequeñas migas de pan que nos lleven a encontrar la casa antes de que nos muestre el verdadero camino. 'El protegido', excelente película que se metía de cabeza en los dramas e inseguridades que habitan en la mente del superhéroe mucho antes de que Christopher Nolan pareciera inventarlo con su saga del hombre murciélago, llegaba después del fenómeno social y cinematográfico de 'El sexto sentido' como una declaración de intenciones. En esta ocasión, Shyamalan exigía más al espectador, apostaba por un ritmo mucho más lento e introspectivo, buscaba constantemente la poesía visual, la grandeza de las cosas más sencillas. Y lo conseguía. De paso, jugaba una vez más la última carta con toda la sabiduría del mundo. Convirtiendo ese giro en epílogo, Shyamalan ofrecía la dimensión total de su mensaje, desvelaba todo el juego, conseguía épica a través de un apretón de manos, terminaba de dibujar definitivamente a sus dos personajes principales y dejaba surgir una emoción que solamente se intuía a lo largo del relato. La que para muchos, incluido el propio Shyamalan, es la mejor película de su filmografía, enseñaba que un giro final puede ser tan necesario para la historia como un prólogo o un hecho clave en su desarrollo. Las sorpresas no son siempre gratuitas. Y en esta obra maestra queda más que claro.

5'Old Boy': El dolor

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Llegamos al que, con toda probabilidad, sigue siendo uno de los giros finales más perturbadores de la historia del cine. En un thriller tan enfermizo y surrealista como 'Old Boy', cima del director Park Chan-wook, todas las posibilidades podían resultar acertadas pero, llegados a la hora de la verdad, el nudo en la garganta baja inevitablemente hasta el estómago. Corazón en un puño y ojos como platos para una decisión narrativa que pelea todo el tiempo con la belleza apabullante de sus imágenes para evitar la poesía y caer rendida ante la brutalidad. Coronar un laberinto repleto de violencia, tristeza y soledad con un final tan desolador no hace más que aumentar las ya de por sí altísimas dosis de valentía que dan forma a un clásico de nuestro tiempo. Cuando la película termina, comienza una historia paralela en nuestra cabeza, un ancla cinematográfica que se queda en nuestra memoria para siempre. Una obra notable que, de repente, alcanza una profundidad psicológica, un dramatismo antológico, gracias a un desenlace inolvidable. Por su sorpresa. Por su dolor.

6'Star Wars: Episodio V - El imperio contraataca': Órdago entre palomitas

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En 2015, año oficial de la resurección galáctica definitiva, no podíamos olvidarnos de la que, aún hoy, es la mejor entrega de todas, 'El imperio contraataca'. Un episodio quinto que abrazaba la oscuridad con todas su fuerzas para, sin dejar de lado la aventura y acción que hizo grande a su predecesora, aportar mayor capa de profundidad a sus personajes, tramas más complejas y, por encima de todo, un número alto de giros que terminaban con el final sorpresa más emblemático del género blockbuster. Sabiendo que los espectadores esperan menos locuras en una propuesta de estas características, George Lucas se guardó el truco perfecto para el desenlace más potente de la saga. Una escena, una frase, un grito. Historia del cine. El universo de 'La guerra de las galaxias' saltaba por los aires convirtiendo, de manera definitiva, a Darth Vader y Luke Skywalker en algo más que figuras de acción. El drama se colaba en sus vidas, las palomitas se caían por el suelo y la saga lanzaba un órdago en toda regla. Ganó. Con semejante carta en la última mano, ¿cómo no hacerlo?

7'Psicosis': Con P de Perfección

20 años de 'Seven, los siete pecados capitales': 7 finales sorpresa para la historia

Son contadas las ocasiones en las que el cine ha conseguido llegar a la perfección, pero estamos ante una de ellas. Alfred Hitchcock, el maestro del suspenso, el titiritero más inteligente de la clase y el alumno avanzado que termino convertido en profesor, llegó a su cima con 'Psicosis', una película que disparaba al centro de todos nuestros miedos. Lo que en términos puramente cinematográficos era todo un hito, planificación, fotografía, banda sonora, se convertía en algo más, alcanzando la inmortalidad, gracias a un componente específicamente sensorial. Nunca más volveríamos a ver las duchas y los moteles de carretera de la misma manera. Tampoco la mirada de Anthony Perkins. Ni las mecedoras. Ni las moscas. Muchos aprendimos lo que era el miedo con un cuchillo asesino que se colaba en el baño, con unas escaleras que parecían interminables, con los silencios que nunca terminaban, con unos ojos que helaban la sangre. Una de las obras maestras más incontestables que ha parido el séptimo arte y que convertía su giro final en maniobra genial, coherente con lo que se estaba contando y capaz de provocar la necesidad impaciente de revisar la historia plano por plano. Podías buscar trucos, errores, y no los ibas a encontrar. La perfección no se permite fallos. Y 'Psicosis', desde su inicio hasta su memorable desenlace, es perfecta. En definitiva, y perdón por la broma tonta, la madre de todos los giros finales.