CRÍTICA

Zendaya confirma que es una estrella en la eléctrica 'Malcolm & Marie' de Sam Levinson

Netflix estrena el 5 de febrero esta película rodada en el confinamiento con el equipo de 'Euphoria'.

Por Javier Pérez Martín 5 de Febrero 2021 | 10:35

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Pocas cosas son más entretenidas que ver a una pareja discutir, ya sea en una mesa contigua en la terraza de un bar o en la pantalla, desde 'La guerra de los Rose' hasta 'Historia de un matrimonio', pasando por 'Triste San Valentín'. De eso va 'Malcolm & Marie', película que Netflix estrena el 5 de febrero en la que Zendaya y John David Washington interpretan a una pareja que se tira los platos a la cabeza durante toda una noche.

'Malcolm & Marie'

El coronavirus ha tenido consecuencias desastrosas en muchos aspectos, pero una que no deberíamos infravalorar es esa horrible tendencia de series y cortometrajes rodados durante el confinamiento, que en su mayoría han resultado ser ejercicios vacíos por parte de creadores consagrados para plataformas de streaming siempre ávidas de contenido. Esta película es una gloriosa excepción. El experimento surgió del parón que hubo en la producción de la segunda temporada de 'Euphoria', la fantástica serie de HBO creada por Sam Levinson y protagonizada por Zendaya. En uno de esos largos días de cuarentena de la primavera de 2020, Zendaya retó a Levinson a que creara un guion que se pudiera rodar en ese momento, siguiendo las reglas anti-COVID, con un equipo reducido (salido de la propia serie) y dentro de una casa. Tras una tormenta de ideas nació 'Malcolm & Marie', una especie de secuela involuntaria de 'Euphoria' en la que la actriz interpreta a una joven recuperada de su drogadicción, Marie. Su novio, Malcolm, es un director de cine que acaba de estrenar la película que podría consagrarlo ante la prensa y la industria como un cineasta en alza. Cuando la pareja vuelve del estreno, él está eufórico por la acogida de su película pero ella guarda algo de rencor: se ha olvidado de mencionarla en su discurso de agradecimiento. Es el comienzo de una larga noche de dolorosos reproches, ataques crueles y confesiones desesperadas.

El fantástico comienzo de la película ya deja entrever los varios aciertos de la propuesta. La naturalidad y el realismo de una pareja que se habla a gritos desde una parte de la casa a otra mientras ella se sienta en el retrete y grita "¡No te oigo!". La claridad con la que Zendaya logra transmitir el enfado de Marie con los mínimos gestos y demostrando un impresionante control de ese delgado y larguirucho cuerpo que está semidesnudo durante todo el metraje para atravesar los muchos estados de ánimo que recorrerá a lo largo de la noche. El uso de la música intradiegética, canciones que no solo adornan sino que también definen a los personajes, y que incluso sirven de armas arrojadizas entre ellos. El exquisito y elegante blanco y negro con el cual Levinson y el director de fotografía Marcell Rév deciden vestir a la película, convirtiéndola en un relato atemporal sobre lo difícil que es quererse bien.

También se ve desde el principio la inteligente puesta en escena y la realización de Levinson, que escapa sin problemas a la potencial teatralidad del espacio único. Para ello utiliza todo tipo de recursos a su mano: rodar el interior de la casa desde fuera, usando las ventanas y puertas para formar viñetas y encuadres distintos en un mismo plano secuencia; la distancia entre los dos personajes, y entre ellos y la cámara, para variar entre los puntos de vista; el fuera de campo; la composición con reflejos, pero también el más sencillo plano-contraplano y los cortes rápidos. Levinson consigue que el montaje en apariencia caótico de Julio Perez IV acompañe los distintos estadios por los que pasa la pareja a lo largo de sus varias discusiones con la misma gracia que esa música jazz que compone Labrinth. Esa gracia también está en las escenas coreografiadas, sin parecerlo, en las que la cámara sigue los movimientos de los dos actores y los persigue por la casa.

'Malcolm & Marie'

Por momentos 'Malcolm & Marie' parece un juego del ratón y el gato, pero una metáfora más adecuada sería la de un partido de tenis, en el que nosotros no somos el público, sino el árbitro: Sam Levinson quiere que, en cada paso, cada ataque, cada acercamiento, estemos dentro de esta crisis de pareja, formando parte de ella.

Quizá porque hay algo de él mismo en Malcolm y está buscando que le amonestemos o le eximamos de sus pecados. El personaje de John David Washington es un director que empieza a forjarse un nombre al que aplauden por hacer un retrato muy realista y humanizado de una experiencia que en principio es ajena a él. Tanto en 'Nación asesina' como en 'Euphoria' una de las cosas que más llamaron la atención es que un hombre blanco heterosexual de más de 30 años pudiera dibujar personajes adolescentes femeninos de distintas etnias, orientaciones e identidades sexuales con esa redondez. Aquí también se aleja de su propia identidad: Malcolm es un director negro, una especie de Ryan Coogler al que los críticos blancos meten en una caja diseñada con el molde de otros cineastas negros (Spike Lee y Barry Jenkins son mencionados en repetidas ocasiones) y le aplauden por filtrar intenciones políticas en superproducciones mainstream para el gran público familiar (ellos hablan de películas de LEGO, pero bien podrían ser de Marvel).

Levinson escribió el guion en pocos días, por lo que no sería una locura pensar que 'Malcolm & Marie' es en cierto sentido un vómito de ideas y experiencias propias, como si el cineasta hubiera utilizado la pandemia para purgar sus demonios. Él también ha sufrido drogadicción como Marie, y su esposa, Ashley Lent Levinson, trabaja con él haciendo cine. Cuando Marie reprocha a Malcolm ser un "jodido terrorista emocional" y le pide que sea consciente del crédito que ella merece en su proceso creativo, Levinson se posiciona, y a nosotros con él, del lado de Marie, y reflexiona sobre lo que un artista debe a los que le rodean: los que le lavan la ropa y le hacen la cena, los que le dan su opinión y hasta sus propias experiencias y acaban dando forma de alguna manera a la obra final.

Y también vomita su visión del cine. Por un lado, como industria: la hipocresía del Hollywood "progresista" que da lecciones en las alfombras rojas, las limitaciones de la crítica cinematográfica que se queda en lecturas identitarias, el racismo y el machismo sistémico... Pero también como arte, en esa escena en la que Malcolm nos explica la forma de hacer cine de Sam Levinson, ese estilo suyo tan visceral y espontáneo, y también parece estar retándonos a que lo leamos, que veamos más allá de nuestros prejuicios, expectativas y limitaciones técnicas. Es cuando la pareja está hablando sobre una crítica que ha publicado Los Ángeles Times sobre la película de Malcolm y este asegura que "nada de esta mierda es necesaria", refiriéndose a las decisiones técnicas que toma al realizador (panorámicas, iluminación, plano-contraplano...), lo que importa es "el corazón y la electricidad". Desde luego, si lo que le importa a Sam Levinson es el corazón y la electricidad, 'Malcolm & Marie' tiene de ambos a raudales.

Zendaya al desnudo

'Malcolm & Marie'

Aunque nada terminaría de encajar sin Zendaya y John David Washington, que están tan entregados como encantados con el reto. Él resulta ser una grata sorpresa después de su insulso trabajo en 'Tenet' (quizá hizo exactamente lo que Christopher Nolan le pidió para interpretar ese protagonista genérico de su thriller temporal), aunque toma varias decisiones cuestionables. Su exageración y su histrionismo, su construcción corporal y vocal cercana a la comedia de situación, son un contraste muy fuerte ante la gravedad de Zendaya. Puede que Washington sea demasiado en ciertas escenas, pero esa tensión contribuye a que el constante toma y daca no caiga en la monotonía o el excesivo dramatismo, sino que por momentos resulta divertido, entretenido y sorprendente.

Pero es Zendaya la que confirma en 'Malcolm & Marie' que es una estrella. Cada gesto sutil, cada mirada llena de rabia, cada monólogo apasionado la alejan de esos personajes algo mustios que ha interpretado hasta ahora. Marie tiene fuego, tiene algo que demostrar: que la película de Malcolm no existiría sin ella; quizá también la propia Zendaya quisiera demostrar algo: sin ella no habría 'Malcolm & Marie'.

Nota: 8

Lo mejor: Zendaya y la honestidad del guion de Sam Levinson

Lo peor: Quizá se podría rebajar la duración unos minutos

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