O Último Azul

Gabriel Mascaro trae en ’'O Último Azul'’ una odisea a la vez que explora la identidad y la búsqueda del yo. Una aventura tanto interna como externa.

La historia sigue a Tereza (Denise Weinberg). Tiene setenta y siete años y ha pasado toda su vida en el mismo pueblo industrial a orillas del Amazonas. 

Sin embargo, el gobierno brasileño decide hacer una reubicación social. Es así que escoge a los mayores de la sociedad, les envía una notificación oficial y les desplaza a colonias apartadas del resto de la sociedad.

La edad no es sabiduría, no es esperanza, ni un camino a seguir. La vejez se ha vuelto una lacra para la productividad. Es así que opta por poner la optimización del trabajo de la juventud frente a la libertad de aquellos de la tercera edad. 

Tereza no quiere ser una más en ese plan que no cuenta con los ciudadanos como personas, sino números y activos a los que desechar cuando ya no se les puede explotar más.

Toma un viejo bote y reúne a una serie de excéntricos para embarcarse en una aventura. A través de ríos y selvas, Tereza persigue su último deseo: montarse en un avión.

A lo largo del camino conoce personajes peculiares, paisajes de ensueño y momentos en los que se entremezcla la realidad con la ilusión.

El director brasileño presenta una obra que desenmascara una sociedad distópica sobre el edadismo, la memoria y la dignidad. Una mujer mayor recupera el control de su destino que creía haber perdido.

Un conjunto de sensaciones: colores, texturas, sonidos, musicalidad, explosiones de emotividad y furia serena. Una celebración de la vida frente al desprecio por parte de la sociedad.