CRÍTICA

'Exterminio: La evolución': Cine de infectados con un chute de anabólicos y metanfetamina

Danny Boyle y Alex Garland utilizan su saga de infectados para hacer una metáfora del Brexit, volverse locos en lo visual e intensos en lo narrativo. Parece demasiado. Lo es.

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Por Luisa Nicolás Más 19 de June 2025 | 11:40
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'28 años después'
'28 años después' (Sony Picture)

Corría el año 2002, Alex Garland había escrito dos novelas, la primera, 'La playa', Danny Boyle la había trasladado al cine dos años antes, con Leonardo DiCaprio, Tilda Swinton y Guillaume Canet. Fue entonces cuando Garland, que acabaría dirigiendo él mismo e incluso nominado al Oscar por su guion de 'Ex Machina'; dio sus primeros pasos en el cine. Lo hizo de la mano precisamente de Boyle y juntos cambiaron el cine de «zombies» con 'Exterminio', una película en la que, por primera vez, los infectados corrían y eran encarnizadamente violentos en lugar de lentos comecerebros. Y para colmo eso ni siquiera era lo más aterrador de la historia: los malos eran (son) los hombres.

Además, aquella película se rodó con una cámara de vídeo digital (DV) Canon XL1, dando un aspecto muy realista en pantalla, casi de video casero, y que les permitió grabar las impactantes imágenes del Puente de Westminster, Piccadilly Circus y Oxford Street completamente vacíos y desolados, ya que los permisos que les concedían en el ayuntamiento eran de unos 45 minutos, demasiado poco tiempo para trabajar con un equipo de cine tradicional.

Esta mezcla de terror, alegoría política e innovación técnica es lo que ha recuperado este dúo creativo en 'Exterminio: La evolución', tercera parte de la saga e inicio de una nueva trilogía (por ahora hay una secuela asegurada y ya rodada y otra entrega pendiente de financiación). Esta vez no estamos en Londres, sino al norte de Inglaterra, en una isla defendida por murallas, arcos y flechas a la que solo se puede acceder por una lengua de tierra con la marea baja y en la que se ha desarrollado una comunidad sin electricidad ni comunicaciones que ha recuperado costumbres tradicionales de segregación de género y los valores de una masculinidad arcaica, ruda y nostálgica. Machismo puro y duro.

'28 años después'
'28 años después' (Sony Pictures)

Han pasado casi 3 décadas desde que una cepa del virus de la rabia azotara a la población humana y el Reino Unido sigue en cuarentena, aislado del resto del mundo y abandonado a su suerte. Nadie que ponga un pie en él podrá volver a salir. La alegoría con el Brexit es evidente, parte de la campaña para conseguir que el pueblo votase la salida de la Union Europea estuvo basada en el miedo y el rechazo al otro, pero podemos ir más lejos y ver incluso más similitudes con el holocausto televisado que está teniendo lugar en Gaza.

Mientras en Bruselas o Madrid o Viena puedes pedir un glovo para un bote de garbanzos, en Holy Island no tienen agua corriente y las nuevas generaciones no saben nada de móviles, internet o el futuro, solo conocen la muerte. Nos preguntamos viendo la película si de verdad no hay nada que el resto del planeta pueda hacer para salvarles de esos monstruos, parece que nos pida un poco más de suspensión de la incredulidad, pero si pensamos en lo que está viviendo el mundo, quizá simplemente es que es más seguro y cómodo para nosotros mirar para otro lado.

En 28 años los infectados han cambiado, evolucionado, ahora hay unos tres tipos: los gordos que se arrastran lentamente y son fáciles de matar, los rápidos y los Alfa, a los que el virus les ha sentado como anabólicos y son más grandes, más listos, más fuertes y más violentos que ninguno, son cazadores y dan mucho miedo. Todos ellos viven, como nosotros (pero sin ropa y más sucios) en una especie de sociedad, han creado clanes, familias, hay niños, embarazadas...

Cuando un padre de esta comunidad de supervivientes (Aaron Taylor-Johnson) decide que su hijo de 12 años (Alfie Williams) ya está preparado para matar a su primer infectado y enfrentar los horrores del continente, la excursión a tierra abierta hace que el joven Spike descubra no solo las maravillas y el horror que hay fuera, también los secretos y la hipocresía que manejan los adultos. Su madre (Jodie Comer) está enferma y nadie sabe qué tiene porque no queda nadie con formación sanitaria en la isla. Sin embargo, fuera vive un médico rebelde (Ralph Fiennes), al que se niegan a pedir ayuda porque, aseguran, se ha vuelto completamente loco. Spike cogerá a su madre, la sacará de la fortaleza y se la llevará a buscar al Dr. Kelson, porque qué sentido tiene sobrevivir si no se lucha por un futuro.

Y es que 'Exterminio: La evolución' es tanto una película de terror, como un drama familiar y una «coming of age» en toda regla. Todo en la película se construye con este tipo de contrastes y tampoco el montaje es convencional. Durante la aventura de supervivencia se sobreponen imágenes de archivo de soldados medievales, de botas del ejércitos, de comunidades de casas perfectas en perfecto orden que pasan a un estado salvaje y todo con el inquietante poema 'Boots' de Rudyard Kipling escalando en intensidad.

'28 años después'
'28 años después' (Sony Pictures)

Esta primera excursión es la parte más espectacular, tensa y asfixiante de la película. También la que sirve para el lucimiento técnico de su director. Boyle se ha vuelto loco a jugar con diferentes cámaras, ópticas, planos, encuadres... No le falta de nada. Por lo visto había sensaciones que solo podía transmitir inventando nuevos métodos: desde 20 iPhones alineados a una torre con 8 cámaras grabando a la vez. Y para mí, es demasiado. En pantalla todo este despliegue no se ve bien, la imagen es sucia y el constante cambio de estilo es atosigante e impredecible, y por supuesto no respeta ni el eje, y OK, las normas están para romperlas, pero que sirva para algo. Eso sí, todo ello culmina en una secuencia de persecución bajo la estrellas y las auroras boreales que es visual y narrativamente abrumadora. Media película es un chute de metanfetamina.

Un primer giro

La segunda mitad de la película es, de repente, mucho más sosegada y está centrada en otro miedo primario: el miedo a la muerte natural e inevitable, a la frustración ante el consumo de nuestro cuerpo por la vejez o la enfermedad, a la pérdida de un ser querido y al duelo.

Garland nos invita a reflexionar sobre nuestra propia mortalidad, pero también otorga a los infectados una nueva humanidad que no habíamos conocido en esta saga, aunque no sea nueva en el cine de zombies - muchas otras producciones de género se han preguntado si las personas que éramos siguen ahí, como en un letargo, detrás de los impulsos caníbales. Pero 'Exterminio: La evolución' va (siempre) un poco más allá, incluso hasta el disparate, y dos mujeres, una infectada y una sana, compartiendo sororidad en el parto y empatía ante las maravillas de una nueva vida, en lugar de emocionar, que supongo es lo que busca, desconcierta hasta hacerla parecer una parodia.

En este segundo viaje a lo desconocido, Spike se cruza con un soldado que ha naufragado y con el médico al que tanto busca y ambos le ofrecen una perspectiva nueva, esperanzadora y vivificante de lo que podría o debería ser la vida frente a la quietud arcaica de su comunidad, que además el cineasta vincula, a través de una bandera con la Cruz de San Jorge o de la hipocresía y sed de sangre de Jaime (Taylor-Johnson), con una concepción de la guerra y la violencia asociado a lo heroico, cuando es la capacidad de sentir compasión y amor lo único que nos hace realmente valientes.

'28 años después'
'28 años después' (Sony Pictures)

Y el segundo

Y luego está la secuencia final, de la que evidentemente no vamos a desvelar nada, pero que es otro giro inaudito en la película. El imprevisible cambio de tono, estilo y narración es, digamos que singular y sirve como píldora de adelanto ante lo que nos espera en enero en '28 Years Later: The Bone Temple', la secuela que ya ha dirigido Nia DaCosta de nuevo con guion de Garland, que si bien con ese título nos hacía pensar que tendría mucho que ver con el personaje de Fiennes, tras esta secuencia no tengo ni idea de qué esperar, pero casi habría preferido ver directamente esa película que este adelanto de casi 2 horas.

En resumen, visualmente 'Exterminio: La evolución' desafía al espectador a todos los niveles y narrativamente no se queda atrás, pero deja una sensación de querer hacer tanto, todo, a la vez, en todas partes, que nada termina de funcionar como debería, y mucho menos con la precisión y la subversión de 'Exterminio', porque pasa de lo íntimo a lo grotesco sin dejarte asimilar. Han tratado de repetir, no la fórmula de la primera película, sino su originalidad y su capacidad para sorprender al público y el resultado es solo irregular en todos sus intentos.

6
Lo mejor: La parte de terror es increíblemente sofocante.
Lo peor: El despliegue visual no funciona, es sucio en pantalla y caótico en lo narrativo. Humaniza a los infectados hasta rozar el ridículo.